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Los verdaderos "malditos bastardos"

Las autoridades militares aliadas pronto fueron conscientes del potencial bélico que podría suponer el odio y el afán de venganza que rebosaban las venas de los jóvenes judíos, básicamente alemanes y austríacos, que tuvieron que huir de sus hogares ante la persecución mortal a que sometieron los nazis a los miembros de la comunidad hebrea.

Fue el mando británico quien se encargó de crear un comando clandestino judío de élite que, bajo el nombre de X Troop, durante la parte final de la Segunda Guerra Mundial llevó a cabo detrás de las líneas alemanas arriesgadas misiones de información y sabotaje, suicidas en varios casos. Sus acciones resultaron vitales para el devenir de la contienda, sobre todo para el desembarco de Normandía.

Bajo el mando del diplomático y marino inglés Louis Mountbatten y la dirección del capitán Bryan Hilton Jones durante las incursiones en las líneas enemigas, la X Troop surgió en 1942 apoyada en los recursos que los británicos contaban en territorio extranjero. Aunque fueron más de diez mil los judíos internados en campos de refugiados británicos que se alistaron para integrarla, sólo mil fueron aceptados para las pruebas iniciales.

88 hombres

Debieron superar un meticuloso proceso de selección y el duro entrenamiento especial al que fueron sometidos en Gales por parte de las fuerzas especiales británicas. Se les obligó incluso a una desconexión total de su entorno y a la eliminación de cualquier documento que pudiera revelar su identidad.

La unidad estuvo finalmente constituida por un número limitado de hombres, concretamente 88, con el fin de que no pudiera ser detectada por el espionaje de Hitler. Veintiuno de ellos perdieron la vida en alguna de las operaciones que llevaron a cabo y otros veintitrés resultaron gravemente heridos. Los supervivientes participaron en la 'Operación Overloard', cayendo veintisiete en las playas normandas.

Su labor se llevó a cabo de forma contemporánea a la aniquilación de sus correligionarios, que tuvo lugar en los hornos de los campos de concentración, dentro del plan de eliminación del pueblo judío. Entre ellos, muchos de sus familiares.

Ninguno de los que fueron capturados sobrevivió, porque en 1942 el propio führer dio orden a sus tropas de que todos los soldados enemigos de origen judío y alemán hechos prisioneros fueran inmediatamente ejecutados. Los calificaba de 'carroña de carroña' o 'gánsters del sabotaje'.

Los caídos no recibieron honores. Su condición de integrantes de una fuerza clandestina lo impidió. No fueron incluidos en ningún documento oficial ni en ninguna estadística. De hecho, hasta hace unos pocos años su existencia fue negada, y sólo obtuvieron cierta repercusión cuando el director de cine estadounidense Quentin Tarantino se basó libérrimamente en su historia para construir el guión de la película 'Malditos bastardos'.

Mitos y falsedades sobre la X Troop

Este peculiar creador del séptimo arte se tomó tantas licencias que incluso provocó la indignación de los familiares de los integrantes de aquellos comandos judíos. Es el caso de la periodista Kim Masters, hija del soldado hebreo Peter Masters. Ella, pese a estar especializada en economía, aprovechó recientemente su columna en 'The Daily Beast' para contar la verdadera historia de su padre y para desmentir muchos de los mitos y falsedades sobre la X Troop, nombre con el que bautizó el propio Winston Churchill a estos guerreros desconocidos.

Kim Masters asegura en su escrito que el grupo que conformaba su padre nunca se encargó de cazar soldados y jerarcas nazis como 'corderos de matadero', ni de vengar la muerte de judíos. Su labor era meramente militar, sostiene, para añadir que el apodo de 'malditos bastardos' (bastardos sin gloria, si se traduce literalmente) se lo dieron los propios alemanes por las tareas que realizaban aprovechando su dominio del idioma germano. "Principalmente desempeñaba labores de reconocimiento en terreno enemigo. Así, por ejemplo, para preparar el desembarco examinó previamente si las playas francesas estaban minadas. También capturó a algunos soldados de la Wehrmacht para interrogarlos", sostiene la autora.

Masters padre, cuyo nombre real era Peter Arany, había dejado Viena para huir de la Gestapo. Primero llegó a París, pero con la caída de Francia acabó en un campo de internados. Huyó a Londres, de donde fue trasladado a una granja porque había dudas sobre su filiación, dado el clima de terror que existía en Reino Unido ante la posibilidad de que muchos de los exiliados fueran realmente espías nazis. Ello le llevó a cambiar su apellido. Más tarde se integró en el ejército británico, donde fue destinado a un batallón de trabajo, sin permiso para usar armas. Sus ansias de combatir fueron frenadas una y otra vez hasta que, cuando menos se lo esperaba, fue derivado a un programa que buscaba nativos de la lengua teutona dispuestos a participar en misiones peligrosas.

Así se convirtió en un 'maldito bastardo'. Sobrevivió a algunas acciones secretas y, luego, tras cruzar el canal el 6 de junio de 1944 con la fuerza de asalto británica que desembarcó en Normandía, combatió en Francia, Holanda y, en última instancia, en Alemania. Su historia completa se puede leer en el libro 'Striking back: A jewish commando's war against the nazis' (Devolviendo el golpe: la guerra de un comando judío contra los nazis).

En esta biografía recoge algunas de sus vivencias como 'maldito bastardo'. Por ejemplo, cuando se encomendó a su grupo tomar un puente antes de que lo dinamitaran los nazis. "Después de dejar la playa alcanzamos con nuestras bicicletas el camino a la aldea de Benouville. Todo iba tranquilo hasta que al compañero que caminaba en vanguardia le reventaron la cabeza de un balazo enemigo. El capitán me ordenó que le sustituyera. Barrunté una sentencia de muerte más que probable, pero accedí. Mientras caminaba por el centro de la carretera, empecé a vociferar en un perfecto alemán: '¡¡Ríndanse todos y salgan de ahí!! ¡¡Están completamente rodeados y no tienen escapatoria...!!'». Los teutones se delataron y fueron apresados.

Un compañero de andanzas, Tony Firth, reconoció haber asesinado a soldados nazis, pero quiso dejar claro que lo hizo "con elegancia", no como lo cuenta Tarantino. Nunca, por supuesto, se usaron bates de béisbol, cortaron cabelleras ni marcaron frentes de enemigos con cruces gamadas.

Otro 'maldito bastardo', Peter Terry, admitió cuando contaba con 88 años que las pesadillas y los remordimientos le habían acompañado toda su vida por un incidente que protagonizó durante una de las misiones. "Mi compañía lanzó una granada desde retaguardia mientras yo esperaba al otro lado de la trinchera enemiga. Un joven soldado alemán salió con las manos en alto y yo le disparé. Esto me tortura!", declaró hace unos años.

El comando se disolvió el septiembre de 1945, pero los pocos miembros supervivientes optaron por continuar en territorio germano luchando contra los grupos de resistencia nazi, buscando a criminales de guerra o traduciendo documentos incautados una vez finalizada la guerra.